Coca-Cola, Superman y Ciudad Gótica.
Recientemente el director alemán Dennis Gansel llevó a las salas de cine la novela Die Welle -La Ola- de Morton Rhue que trata de un experimento llevado a cabo por un profesor en un grupo de secundaria para explicar a sus estudiantes el funcionamiento los sistemas totalitarios, para ello se vale de tres componentes fundamentales, el elemento retórico, el visual y la estructuración de comportamientos unificadores que satisfagan la necesidad humana de ser aceptado dentro de un grupo, como una forma de combatir la ansiedad moral [culpa, vergüenza y miedo al castigo] descrita por Freud.
Hoy, 60 años después del estallido de la Segunda Guerra Mundial, el mundo sigue llevándose las manos a la cabeza por la aparente incomprensión sobre el comportamiento que cientos de miles de ciudadanos alemanes llevaron bajo las órdenes de un estado totalitario. El régimen elaboró un complejo sistema de comunicación dirigido a grandes masas, una exitosa campaña publicitaria del nacionalismo, y la nación en masa, consumió su producto.
Desde la postguerra hasta nuestros días la densidad de la población europea ha aumentado en un 34%, la de Norteamérica en un 96% y la mundial una media de 166%. La globalización y la apertura económica de los países occidentales, de Rusia y también países orientales como Corea, Japón y China, exigen nuevas y más agresivas formas de comunicación que alcancen a cada vez más espectadores/consumidores sobre la plataforma y democratización de las nuevas tecnologías.
Desde mediados del siglo XX y en medio del proceso de nuevo optimismo y reconstrucción del mundo occidental, la masificación creó fenómenos que se han convertido en íconos de la época, la reproductibilidad del cine y la fotografía permearon el mundo con imágenes de Marilyn Monroe y Elvis Presley y la juventud se rindió ante el despliegue mediático-televisivo del quinteto de Liverpool The Beatles.
La Industria cinematográfica de Hollywood creó nuevos superhombres, nuevas estrellas en el amplio firmamento del imaginario colectivo, actores que actuaban su propia imagen dentro y fuera de la pantalla; habían nacido nuevos dioses y semidioses en la figura de voluminosos personajes de cómic, toda una serie de estereotipos del ciudadano perfecto, de la mujer perfecta, de la familia perfecta, el presidente perfecto. Todo se consumía, todo se consume. “Comprar es más americano que pensar”, Andy Warhol.
El arte como objeto de consumo se benefició de los procesos de producción seriada, de los estudios de mercado, de tradición estadística norteamericana, de la pujanza snobista neoyorquina, de la excentricidad de la moda, de la domesticación de la televisión y la epidémica masificación de los bienes de consumo, el mundo entero tomaba Coca Cola – Kekou Kele - Кока-Кола - Κόκα κόλα – كوكاكول - コークスのコーラ.
Es en esta época cuando por primera vez las obras de arte contemporáneas comienzan a alcanzar precios sin precedentes en el mercado internacional. Por qué se ha pagado por una sola pintura $80,000,000?
Algunos artistas de las últimas décadas que plantean su obra desde el comportamiento de las masas y la transculturalidad: Andreas Gursky – Tom Wesselmann - Mariko Mori – Quentin Tarantino – Takashi Murakami – Manu Chau – Godfrey Reggio.
Tuesday, February 17, 2009
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